martes, 28 de septiembre de 2010

70 Examinando la vida 2. NUESTRO MUNDO INTERIOR actúa como un Imán








Un lujurioso atraerá siempre escenas, dramas y hasta tragedias de lascivia en las que se verá metido...
Un borracho atraerá a otros borrachos y se verá metido siempre en bares y cantinas, eso es obvio...
¿Qué atraerá el usurero? ¿Al egoísta? ¿Cuántos problemas? ¿Cárcel? ¿Desgracias?

La gente amargada, enferma, cansada de sufrir, tiene ganas de cambiar, voltear la página de su historia...Quieren cambiar y no saben cómo; no conocen el procedimiento; están metidas en un callejón sin salida...Lo que les sucedió ayer, les sucede hoy y les sucederá mañana; repiten siempre los mismos errores y no aprenden las lecciones de la vida. Todo su acontecer es repetitivo, dicen las mismas cosas, hacen las mismas cosas, lamentan las mismas cosas, se quejan de las mismas cosas....Esta repetición aburridora de dramas, comedias, enfermedades y tragedias, continuará mientras carguemos en nuestro interior con los elementos indeseables, negativos, de la envidia, el orgullo, la irresponsabilidad, la flojera, la violencia, la codicia, la vida fácil, la voluptuosidad, la glotonería, etc., etc., etc.

Incuestionablemente los estados interiores negativos, equivocados, pueden ser corregidos mediante los procedimientos correctos. Como quiera que la vida interior es el imán que atrae los eventos exteriores, necesitamos con urgencia máxima inaplazable, eliminar de nuestra mente los estados psicológicos erróneos.
Lo exterior es tan sólo el reflejo de lo interior, quien cambia interiormente origina un nuevo orden de cosas. Los eventos exteriores jamás serían tan importantes, como el modo de reaccionar ante los mismos. ¿Te mantuviste sereno ante el insultador? ¿Recibiste con tranquilidad las manifestaciones desagradables de vuestros semejantes? ¿De qué manera reaccionaste ante la infidelidad del ser amado? ¿Te dejaste llevar por el veneno de los celos? ¿Heriste psicológicamente a alguien? Los hospitales, los cementerios, las cárceles, están llenas de sinceros equivocados que reaccionaron en forma absurda ante los eventos exteriores.

La mejor arma que un hombre puede usar en la vida, es un estado mental positivo. Se pueden desarmar fieras y desenmascarar traidores, mediante estados interiores apropiados. Los estados psicológicos equivocados nos convierten en víctimas indefensas de la perversidad humana. Aprended a enfrentar los sucesos más desagradables de la vida práctica con una actitud interior apropiada...No olvidéis que acontecimientos sin ningún valor podrían llevarlos a la desgracia, si no elimináis de vuestra psiquis los estados interiores equivocados. Para eludir con éxito cada evento externo se necesita, incuestionablemente, el billete apropiado; es decir, el estado psicológico preciso.

Combinar estados interiores con acontecimientos exteriores en forma correcta, es saber vivir inteligentemente... Cualquier evento inteligentemente vivenciado exige su correspondiente estado mental específico...Pero, desafortunadamente, las gentes cuando revisan su vida, piensan que ésta, en si misma, está constituida exclusivamente por eventos o sucesos. Piensan que si tal o cual acontecimiento no le hubiese sucedido, su vida habría sido mejor...Suponen que la suerte les salió al encuentro y que perdieron la oportunidad de ser felices...Lamentan lo perdido, lloran lo que despreciaron, gimen recordando sus tropiezos y calamidades...No quieren darse cuenta las personas que vegetar no es vivir y que la capacidad para existir conscientemente depende exclusivamente de la calidad de los estados interiores del alma...No importa cuán hermosos sean los sucesos externos de la vida, si no nos encontramos en tales momentos en el estado interior apropiado, si esto no sucede los mejores eventos pueden parecernos monótonos, cansadores o simplemente aburridos...

Todos los días vemos gentes que no solamente son infelices, sino que además, y lo que es peor, hacen también amarga la vida de los demás.. Sin embargo se auto-califican como justas, santas, virtuosas, nobles, serviciales, mártires, etc., etc... Personas así no cambiarían, ni viviendo diariamente de fiesta en fiesta; la enfermedad psicológica la llevan por dentro... Los eventos desgraciados, las reveses de fortuna, la miseria, las deudas, los problemas, etc., son exclusividad de aquellas personas que no saben vivir...Cualquiera puede adquirir una rica cultura intelectual, pero son muy pocas las personas que aprenden a vivir positivamente.

Cuando uno quiere separar los eventos exteriores de los estados interiores de conciencia, demuestra concretamente su incapacidad para existir dignamente. Quienes aprenden a combinar conscientemente los eventos exteriores con los estados interiores, marchan por el camino del éxito...                
Saber y observar son cosas diferentes. Sabemos que estamos sentados en una silla en una sala, pero esto no significa que estemos observando la sala. Sabemos que en un instante dado nos encontramos en un estado negativo, tal vez con algún problema o preocupados por éste o aquel asunto, en estado de desasosiego o incertidumbre, etc., pero esto no significa que estemos observando lo que nos pasa dentro. La observación de sí mismo es un ciento por ciento activa, es un medio para cambiar ese estado, mientras que el saber, que es pasivo, no lo es.

Ciertamente el saber no es un acto de atención activa. La atención dirigida hacia dentro de uno mismo, hacia lo que está sucediendo en nuestro interior, sí es activa, positiva... En el caso de una persona a quien se le tiene antipatía, así porque sí, porque nos viene en gana tenerle antipatía y muchas veces sin motivo alguno, uno advierte la multitud de pensamientos que se acumulan en la mente, las voces que hablan y gritan desordenadamente dentro de uno mismo, lo que están diciendo, las emociones desagradables que surgen en nuestro interior, el sabor desagradable que todo esto deja en nuestra psiquis, etc., etc., etc. Obviamente en tal estado nos damos cuenta que interiormente también estamos tratando muy mal a la persona a quien le tenemos antipatía. Pero para ver todo esto se necesita incuestionablemente de una atención dirigida intencionalmente hacia adentro de uno mismo; no de una atención pasiva. (Ver 51 Técnica de Auto-Observación Interna, en el mes de Julio)
La atención dinámica proviene realmente de nuestro “yo observador”, en cambio los pensamientos y las emociones pertenecen al “yo observado”.

lunes, 27 de septiembre de 2010

69 Te llegará una rosa






Te llegará una rosa cada día

viernes, 24 de septiembre de 2010

68 Examinando la Vida-NUESTROS MUNDOS







"Nos movemos en un mundo que no es solamente material. No todo está constituído por lo que podemos ver y tocar, oir, oler o gustar; también amamos, pensamos y nos emocionamos, nos alegramos y nos entristecemos, en un mundo muy íntimo e invisible, el mundo de la no materia, que en forma genérica llamamos "espiritual".

Si del pensamiento y la inquietud interior del hombre ha nacido el mundo de hoy, con todo su avance tecnológico, podemos decir sin lugar a dudas que todo cuanto el mundo material es,  ha nacido del "espíritu" y que este mundo es el causal de aquel. El uno, no menos real y concreto que el otro, y ambos inextricablemente unidos."
(Prefacio del libro "Nuestros Mundos. Editorial KIER-1995

Los seres humanos no vivimos en un solo mundo como creemos, sino que convivimos constantemente entre dos mundos: el exterior y el interior. El primero es percibido por los 5 sentidos de nuestra percepción externa; el segundo sólo puede ser percibido mediante el sentido de auto-observación interna.
Con la vista percibimos objetos, formas, colores. Con el oído captamos sonidos, ruidos, quizá una música o el motor de un automóvil. Con el gusto degustamos los sabores amargos o dulces en nuestra boca. Con el tacto podemos tomar conciencia de nuestra ropa, de lo muelle del sillón en el cual estamos sentados. Con el olfato captamos los olores del perfume de las cosas o del medio ambiente.

Pero acaso, ¿podemos ver, escuchar, degustar, tocar u oler nuestros pensamientos, emociones o estados de ánimo? No, ya que estos no pertenecen al mundo externo, sino a nuestro particular mundo interno o espiritual. Pensamientos, ideas, emociones, anhelos, esperanzas, desengaños, etc., son interiores, invisibles para los sentidos ordinarios, y sin embargo son para nosotros tan reales como la mesa del comedor o los sillones de la sala. En verdad nosotros vivimos más en nuestro mundo interno que en el externo; esto es irrefutable, irrebatible, y ún más, durante el sueño, cuando dejamos de vivir en el mundo externo, continuamos viviendo en el interno a través de los sueños.

En nuestro secreto mundo interno, amamos, deseamos, sospechamos, bendecimos, maldecimos, anhelamos, sufrimos, gozamos, nos ilusionamos, nos sentimos defraudados, esperanzados, etc. Del mismo modo que a uno le es indispensable aprender a caminar en el mundo externo para no caer en un precipicio, no extraviarse en las calles de la ciudad, seleccionar sus amistades, no asociarse con gente sospechosa, no tomar cosas dañinas, etc., así también mediante el trabajo psicológico sobre uno mismo, aprendemos a caminar en el mundo interno, el cual es posible explorar mediante la auto-observación de sí mismo.
En la auto-observación de uno mismo, la atención es orientada hacia adentro y para ello los sentidos de percepción externa no sirven, motivo por el cual se hace difícil para el neófito observar sus mas íntimos procesos psicológicos. Quien de verdad quiera conocer los mundos internos del planeta Tierra, del Sistema Solar o de la Galaxia en que vivimos, debe conocer previamente su mundo interno, su vida interior, particular, sus propio mundo. "Hombre, conócete a ti mismo y conocerás al Universo y a Dios".

                                Estados y Eventos

El mundo exterior esta formado por EVENTOS, que son las circunstancias de la vida. En una reunión, por ejemplo, todos viven el mismo evento, pero algunas personas estarán aburridas, otras satisfechas, otras asombradas o molestas por lo que escuchan, etc., etc., y esto porque cada una de ellas tiene un ESTADO de ánimo en esa circunstancia. Los estados pertenecen al mundo interno particular de cada persona, el signo de los cuales puede revertirse (de negativo a positivo) si uno consigue modificar sus reacciones ante los hechos que le suceden diariamente.
Eventos: En el terreno de la vida práctica existen siempre contrastes que asombran. Gentes adineradas con una magnífica casa y muchas amistades, que a veces sufren espantosamente y humildes obreros de pala y picota viviendo felices. Estudiemos esta situación más detenidamente para aprender a vivir. Cuando las gentes desean contarnos la historia de su vida, citan constantemente acontecimientos, nombres, apellidos, fechas, etc., y sienten satisfacción al hacer sus relatos...esta gente ignora que sus relatos están incompletos porque eventos, nombres y fechas, son sólo el aspecto externo de la película de su vida, faltandole el aspecto interno. Es urgente conocer los "estados de conciencia", pues a cada evento le corresponde tal o cual estado anímico. Los estados son interiores y los eventos son exteriores, comprendamos que los acontecimientos externos no lo son todo...

Estados: Entiéndase por estados interiores las buenas o malas disposiciones, las preocupaciones, la depresión, la superstición, el temor, la sospecha, la misericordia, la importancia personal, la felicidad, el gozo, etc. Incuestionablemente los estados interiores pueden corresponderse exactamente con los acontecimientos exteriores, ser originados por éstos o no tener relación alguna con los mismos...En todo caso estados y eventos son diferentes. No siempre los sucesos se corresponden exactamente con estados afines. El estado interior de un evento agradable podría muy bien no ser agradable o por el contrario el estado interior de un evento desagradable no podría ser forzosamente desagradable. Muchas veces el acontecimiento que no se esperaba viene a ser el que mejores momentos nos ha proporcionado...Poner orden en nuestra desordenada casa interior es vital cuando se desea cambiar el rumbo de una desgraciada existencia.

Las gentes se quejan de todo, sufren, lloran, protestan, quisieran cambiar de vida, salir del infortunio en que se encuentran, desafortunadamente no se miran a si mismas, no trabajan sobre si mismas. No quieren darse cuenta que la vida interior atrae circunstancias exteriores del mismo signo y que si éstas son dolorosas se debe a los estados interiores absurdos, negativos. Nadie puede negar que en nuestro interior cargamos con muchos errores y estados equivocados... Si de verdad queremos cambiar realmente nuestra vida, necesitamos con urgencia máxima e inaplazable, modificar radicalmente nuestros equivocados estados de conciencia...

La modificación absoluta de estados de conciencia equivocados, origina transformaciones absolutas también en el terreno de la vida práctica. Cuando uno trabaja seriamente sobre los estados equivocados o negativos de conciencia cambiándolos por positivos, obviamente los sucesos desagradables de la vida, ya no pueden herir tan fácilmente...Debemos considerar la vida como una serie sucesiva de estados interiores; una historia auténtica de nuestra vida en particular está formada por todos esos estados...Al revisar la totalidad de lo que ha sido nuestra vida, podemos verificar por si mismos en forma directa, que muchas situaciones desagradables fueron el resultado de estados interiores equivocados...

Quien no trabaja sobre si mismo para mejorar sus estados de ánimo es siempre víctima de las circunstancias; es como un mísero leño entre las aguas tormentosas del océano. Por ejemplo ¿Cuántas personas hoy están en la cárcel por no haber sabido controlar un estado de ira y odio? Corregir estados psicológicos equivocados o negativos es indispensable cuando se quiere alterar fundamentalmente la naturaleza de ciertos eventos indeseables. Situaciones exteriores aparentemente destructivas, podrían convertirse en inofensivas y hasta constructivas mediante la inteligente corrección de nuestros estados interiores erróneos. Uno puede cambiar la naturaleza de los eventos desagradables, cuando se purifica íntimamente. Quien, creyéndose muy fuerte, jamás corrige sus estados psicológicos absurdos, se convertirá siempre en víctima de las circunstancias. Y bien sabemos que los acontecimientos o eventos cambian incesantemente en sus múltiples combinaciones; vienen uno tras otro en oleadas. Ciertamente existen buenos y malos acontecimientos; algunos serán mejores o peores que otros. Modificar ciertos eventos es posible. Alterar resultados, modificar situaciones, etc., está ciertamente dentro del número de las posibilidades. Empero existen situaciones de hecho que de verdad no pueden ser alteradas; en estos casos deben aceptarse conscientemente, aunque algunas resulten peligrosas y hasta dolorosas...

miércoles, 15 de septiembre de 2010

67 ¿Cuántas posibilidades de elección tuvo Dios al crear el Universo?





Esta pregunta de Einstein, que en otras épocas hubiera preocupado a los filósofos o a los teólogos, por una paradoja de la postmodernidad está a punto de ser respondida por la física moderna. El viaje al fin de la noche tiene su punto de partida en una observación astronómica crucial de 1929: dondequiera que se apunte el telescopio, las galaxias distantes se alejan de nosotros. O en palabras más dramáticas: el universo se está expandiendo.

Los físicos tardaron algunas décadas en procesar teóricamente la noticia; la creencia en un cosmos esencialmente inmóvil era tan fuerte que el propio Einstein –en el único error de su carrera- había introducido una constante “cosmológica” para sujetar al universo en equilibrio. Y sin embargo, se mueve. Un movimiento que tiene profundas consecuencias en las ideas sobre Dios.

En efecto, un razonamiento inmediato dice que si las galaxias se están separando unas de otras, en épocas anteriores debieron haber estado más juntas entre sí. Extremando los cálculos hacia atrás, se conjeturó que en algún momento toda la materia del universo tuvo que estar concentrada como en un sumidero, en un único punto infinitesimal. De allí a la teoría del Big Bang hay un solo paso. Este paso lo dieron Roger Penrose y su entonces alumno de doctorado Stephen Hawking al demostrar en 1970 –bajo la hipótesis de que la teoría general de la relatividad todavía rigiera en el sumidero- que el universo en el instante inicial debía efectivamente constituir un punto de dimensión nula con una densidad infinita, lo que los matemáticos llaman una singularidad. En particular, probaron también que si hubiera habido acontecimientos anteriores a ese instante inicial, no podrían afectar de ninguna manera lo que ocurre en el presente o sea que no tendrían consecuencias observables. Así, el tiempo no continúa indefinidamente hacia atrás, como creía Kant, sino más bien, como lo había intuido San Agustín, el tiempo es una propiedad inseparable del universo que también tuvo su origen en el Big Bang.

La implicación teológica de esta primera conjetura ya es algo incómoda. En un universo inmóvil no existe la necesidad física de un principio y puede imaginarse que Dios eligiría libremente el instante de la Creación. En cambio, en un universo en expansión como el nuestro el principio del tiempo ya no puede ser elegido arbitrariamente. Uno aún podría imaginar que Dios creó el universo en el instante del Big Bang, pero no tendría sentido suponer que hubiera sido creado antes, y esto establece un límite preciso a un Creador.

Aún así, la Iglesia aprobó con entusiasmo esta primera formulación. Al fin y al cabo todavía quedaba un pequeño lugar en el principio del tiempo para el fiat de un creador. Pero sobre todo, el hecho de que el origen del universo fuera una singularidad, dejaba inermes a los físicos para seguir indagando en el instante cero, simplemente porque en las singularidades todas las leyes generales fallan. El génesis quedaba así protegido con un halo de misterio muy conveniente para los usos eclesiásticos.

Olvidaron, sin embargo, un detalle esencial: que toda teoría en Física es provisional, que cada nueva teoría se sostiene sólo hasta tanto una nueva observación o experimento no revele una inconsistencia y fuerce a los físicos a corregir sus fórmulas o a cambiar radicalmente su punto de vista sobre algún paradigma. Ya la Iglesia Católica había cometido una vez el error de atar las Sagradas Escrituras a la interpretación cosmológica de Ptolomeo, con la Tierra inmóvil en el centro del universo. Ese error, que perduró por más de cuatrocientos años, le valió a Galileo su condena.

Esta vez las malas noticias tardaron menos en llegar. En un congreso de cosmología organizado por los jesuitas en el Vaticano, al que habían sido invitados los principales expertos, los participantes tuvieron una audiencia con el Papa, que Hawking comenta con ironía en su libro “Breve Historia del Tiempo”: “Nos dijo que estaba bien estudiar la evolución del universo después del Big Bang, pero que no debíamos indagar en el Big Bang mismo, porque se trataba del momento de la Creación, y por lo tanto, de la obra de Dios. Me alegré entonces de que no conociera el tema de la conferencia que yo acababa de dar: la posibilidad de que el espacio-tiempo fuera finito, pero que no tuviese frontera, lo que significaría que no hubo ningún principio, ningún momento de la Creación. ¡Yo no tenía ningún deseo de compartir el destino de Galileo!”

Lo que acababa de ocurrir era que el propio Hawking había revisado su teoría y –en una nueva versión- había logrado eliminar la singularidad inicial. Las flamantes fórmulas, que expuso a cardenales y obispos, dejan a Dios sin ningún papel en la Creación. Para entender esta modificación debe recordarse que hay actualmente dos teorías parciales que describen el universo: la teoría de la relatividad general, que explica las leyes de la gravedad y la estructura a gran escala del cosmos, y la mecánica cuántica, que se ocupa del mundo subatómico, de lo infinitamente pequeño. Se sabe que estas teorías no pueden ser ambas correctas a la vez. Justamente, los mayores esfuerzos de los físicos en la actualidad están dirigidos a formular una única teoría unificada que pueda amalgamar los resultados de los dos mundos. La principal dificultad a superar es que en el mundo subatómico rige el principio de incertidumbre de Heinsenberg, que establece un límite a las posibilidades de observación y predicción y señala un elemento irreductible de azar en el mundo subatómico. Esta conclusión arrancó de Einstein, que no se resignaba a aceptarla, su conocida expresión de disgusto: “Dios no juega a los dados con el universo”.

La teoría de la relatividad general, en cambio, no tiene en cuenta el principio de incertidumbre. La convivencia de estas teorías contradictorias entre sí es posible porque rigen fenómenos en distintas escalas. Pero justamente, la hipótesis de que el universo fue en algún momento infinitamente pequeño dice que en esas primeras dimensiones mínimas los efectos cuánticos deben ser tomados en cuenta. Ya no pueden descartarse: la relatividad general, que era la hipótesis de Penrose y Hawking en el primer teorema del Big Bang, debe sustituírse –al combinarse con el principio de incertidumbre- por una nueva teoría cuántica de la gravedad.

Una vez considerados los efectos cuánticos, la singularidad puede eliminarse y aparece un nuevo cuadro posible para el universo: el espacio-tiempo, en la conjetura más reciente de Hawking, es finito en extensión pero no tiene fronteras. Puede imaginárselo como una superficie lisa y cerrada, como la superficie de la Tierra, en la que uno puede caminar indefinidamente sin caerse por precipicios. No hay tampoco singularidades en que las leyes de la ciencia fallen ni ningún borde en que se deba recurrir a Dios o a una nueva ley para establecer las condiciones de contorno. Pero si el universo es realmente autocontenido, si no tiene ninguna frontera o borde, no tendría ni principio ni final: simplemente sería. No queda lugar entonces para un creador.

Así, a la pregunta de Einstein sobre cuántas posibilidades de elección tuvo Dios al concebir el universo, si la nueva conjetura de Hawking se confirma, la respuesta sería: ninguna. Y como ese astrónomo al que su rey preguntó dónde ubicaba a Dios en su sistema de esferas, podría contestar, con una sonrisa mefistofélica: “Señor, esa hipótesis no me fue necesaria.”

Guillermo Martinez    Publicado como Las leyes del universo en Clarín (agosto de 1998)

jueves, 2 de septiembre de 2010

Creacion del UNIVERSO-La Madre Luz-Video







miércoles, 1 de septiembre de 2010

66 DIOS EXISTE

Un científico que habla de que Dios existe, del amor, de la ciencia, de extraterrestres.....Esociencia pura....





DIOS EXISTE - ENTREVISTA RAFAEL LÓPEZ-GUERRERO from ALISH on Vimeo.