lunes, 20 de junio de 2011

miércoles, 23 de marzo de 2011

81 EL PRANA Y EL CLIMA







Mientras que en la superficie del globo la composición del aire es físicamente de una constancia notable (21% de oxígeno, 78% de nitrógeno y 1% de argón y otros gases raros), eléctricamente, por el contrario, es de una variabilidad sorprendente. De un instante a otro sus propiedades cambian considerablemente, incluso se invierten a veces.

Las variaciones geográficas de la atmósfera son de gran importancia porque pueden influir en algunas de nuestras decisiones, desde la elección del lugar en que pasaremos las próximas vacaciones hasta la de aquel donde construiremos nuestra casa. La atmósfera es un océano impregnado de Prana (Energía), este océano tiene zonas en calma y regiones turbulentas, tempestades visibles, como las tormentas magnéticas que perturban las transmisiones de radio o invisibles como las repercusiones en el estado de la salud. En cuanto estudiamos estos fenómenos pránicos, las consideraciones sobre la presión barométrica, las precipitaciones (lluvia, nieve), la fuerza y dirección del viento o el grado higrométrico del aire, todo esto pasa a segundo plano desde el punto de vista de la vitalidad.

Hay diferencias importantes entre las diversas regiones geográficas y el hombre no ha esperado el siglo XXI para darse cuenta de la importancia del clima de algunos lugares (borde costero, alta montaña, etc) sobre el ser humano, más precisamente sobre su vitalidad y salud. Durante mucho tiempo, el hombre ha buscado la explicación de esto en las propiedades puramente químicas de la atmósfera. El efecto revitalizante de una estadía en la playa, por ejemplo, se atribuía al yodo de las algas marinas o al bromo de las emanaciones arenosas. Es indudable que estos elementos tienen su influjo, y debemos añadir también la presencia de otros bioelementos químicos cuya importancia, desde el punto de vista terapéutico, recién comienzan a dibujarse abriendo muy amplias perspectivas para la vitalidad humana.

A medida que avanza la investigación científica moderna, las propiedades físicas del aire adquieren una importancia creciente. Las modificaciones fisiológicas debidas al clima se manifiestan a menudo desde las primeras horas, incluso desde los primeros minutos de la permanencia en algún lugar. Le basta al que vive en la ciudad ir a la costa para, según los casos, estar muerto de sueño o, al contrario, tan sobreexcitado que no puede dormir. Las propiedades físicas del aire no son extrañas a este fenómeno.

El campo eléctrico de la atmósfera (que no hay que confundir con la ionización del aire), no era conocido hasta hace muy poco, sino por los meteorólogos. Los biólogos no tenían mayor interés por él. La Tierra es una esfera electrizada cuya tensión varía en proporciones enormes con la altitud. En algunos casos la gradiente potencial sube a varios miles de voltios. Como el ser humano tiene una estatura un poco menor de 2 metros, su cabeza puede estar sometida a una tensión eléctrica mucho más elevada que la región inferior de su cuerpo. Según estas diferencias de potencial, los climas se pueden clasificar en cuatro tipos principales, de los que sólo tres se mencionan y se estudian en biofísica, éstos son:

ZONAS DE GRAN CLIMA : Son regiones cuyo campo eléctrico atmosférico es muy elevado, elevándose el voltaje al menos a 100 voltios por metro de altitud. Estas zonas corresponden a los que llamamos “estaciones de aire muy puro” que son fisiológicamente excitantes. Las zonas de Gran Clima son por lo general las vastas mesetas, las llanuras de vastos horizontes en las que nada detiene al viento que las barre ya sea en la costas maritimas o a mayor altura donde la vegetación no es frondosa.

ZONAS DE CLIMA MEDIANO:  En estas regiones la diferencia de potencial varía entre 30 y 100 voltios por metro. Estas “estaciones de aire puro” son vivificantes, pero menos excitantes y menos tonificantes que las zonas de gran clima. Son lugares más abrigados, cerca de roqueríos o en los valles, cercanos a bosques y espesuras, en llanuras, bahías profundas protegidas del viento del mar. La vegetación es aquí claramente más abundante que en las zonas de gran clima, sin ser, no obstante, frondosa. Hay muchos árboles de hoja caduca, pero no espesos; también hay pastos y álamos.

ZONAS DE CLIMA PEQUEÑO La diferencia de potencial desciende aquí a menos de 30 voltios. Estas regiones tienen una actividad vital mucho menor que las anteriores; ejercen una influencia sedante en las personas muy nerviosas. Son, entre otros, valles muy profundos y arbustos, riberas de ríos encajonados. La vegetación es aquí muy frondosa, rica en hierbas que crecen de los muros y en esparraguinas. Abundan los helechos y pequeños acebos.

ZONAS DE CLIMA CERO Por desgracia, debemos agregar un cuarto clima, creado por el hombre en las ciudades de cemento: el de las oficinas y locales de habitación donde viven uno 300 días al año, cuyo potencial es casi cero.

Normalmente, el “ciudadano” que vive en la atmósfera contaminada de las oficinas y departamentos debería ir a fortalecerse, a revitalizarse en las zonas de gran clima para recargar sus baterías nerviosas- ¡con tal que lo pudiera soportar!. Para escoger el lugar de vacaciones hay que saber reconocer los diversos climas. ¿Quiere esto decir que habrá que pasearse con un voltímetro en el bolsillo (mientras no haya que hacerlo con el contado Geiger en las zonas hoy contaminadas con la radiación atómica) para medir la diferencia de potencial del lugar a donde se espera ir? Por cierto que no. Algunos criterios nos permitirán reconocer fácilmente estas diversas zonas, primero por el aspecto del paisaje, después por el tipo de vegetación, ya que ésta depende tanto del tipo de clima como de la composición del suelo. A fin de cuentas, el humus ha sido “fabricado” tanto por las plantas mismas como por el suelo mineral.

Pero no nos engañemos, esta Zonas no siempre son espacios muy vastos. Hay siempre variaciones. En una región de Gran Clima, es posible encontrar zonas restringidas en las que el potencial desciende a menos de 100, incluso bajo 30 voltios. En la playa el potencial será superior a 100 voltios; cincuenta metros más lejos, en la concavidad de las dunas, habrá un Clima Mediano; en el patio del hotel, detrás de las dunas, el potencial será el de Clima Pequeño. En las habitaciones del hotel, con las ventanas cerradas, será igual a Cero. Loa cuatro climas en un radio de pocos cientos de metros.

Las ciudades son insalubres, no sólo a causa de la ausencia casi total de iones negativos activos (aun en las zonas de gran clima, los edificios de varios pisos transforman las calles en cañones de clima pequeño), sino también a causa de la acumulación de los gases provenientes de los coches y de las bacterias transportadas por las partículas de polvo del tráfico. Con esto podrá usted seleccionar en cada sitio los lugares más aptos, sin caer en el error de suponer que basta con residir en un balneario para beneficiarse automáticamente y en cualquier lugar con las ventajas del gran clima.

SUCESIONES DEMASIADO RÁPIDAS

Señalemos también otra regla: hay que evitarle a un organismo débil una sucesión demasiado rápida de cambios importantes de clima. En el transcurso de un simple paseo en bicicleta, a lo largo de un valle muy ancho, atravesamos una zona de clima mediano; el valle se encajona, caminamos por senderos bajo árboles, y ya estamos en zona de clima pequeño. Trepamos por la ladera para admirar el paisaje: estamos en una zona de gran clima. Es lo propio de los medios de transporte que empleamos y que nos permiten cambiar muy rápidamente de clima. Ahora bien, sólo organismos perfectamente sanos pueden permitirse pasar sin transición de un tipo de clima a otro. La Naturaleza ha dotado al hombre de dos piernas que le permiten desplazarse, pero sólo a velocidad reducida. El automóvil, que de hecho es una caja de Faraday rodante, aísla afortunadamente al hombre del campo eléctrico ambiente y le evita sufrir las consecuencias de los cambios tan bruscos de clima que experimentaría si tuviera que atravesar, en un solo día, a pleno aire, todo Chile de norte a sur.

Observando sus propias reacciones a los diversos tipos de clima, podrá cada uno hacer interesantes constataciones y saber cuáles son los más convenientes para sí. Es de tal modo importante desde todos los puntos de vista, que si estudiamos los casos de longevidad excepcional y su distribución geográfica, constatamos que esos casos se encuentran siempre entre los campesinos y los montañeses. Es bueno ir periódicamente a una zona de clima alto, con la condición de permanecer el tiempo necesario para que el organismo se adapte y pueda así efectuarse y consolidarse el reajuste pránico. El cambio de clima es una “agresión” que puede ser tónica.

SÍNTESIS

Así, pues, el hombre está sometido permanentemente al impacto de las energías del cosmos que derrama sobre él torrentes de Prana. El Sol es su fuente más próxima, y los rayos cósmicos ejerce sobre los seres vivos un influjo todavía más determinado, pero ciertamente muy importante. Por otro lado, la Tierra, que absorbe y almacena estas energías, constituye un segundo polo. El organismo humano, sistema eléctrico vibrante, es la sede de intercambios incesantes con las energías cósmicas y telúricas que lo rodean. Debe evitar el aislarse totalmente detrás de las pantallas que constituyen los muros, las ventanas, la vestimenta y el calzado. Los pulmones y la piel son nuestras superficies de intercambio con el mundo exterior. Intercambiemos prana a través de nuestra piel y nuestros pulmones- verdaderamente esponjas de electricidad-, y llevemos ese prana hasta nuestras células. Debemos tomar en consideración ésto en nuestra conducta diaria; sería un grave error despreciarlo. El prana-yama (respiración) nos proporciona las técnicas psico-fisiológicas necesarias para el control y la utilización consciente de esas energías, en pos de nuestro pleno desarrollo físico y psíquico.

viernes, 11 de marzo de 2011

80 LOS MALES DEL MUNDO








Tres son los tipos de males que aquejan al mundo moderno:

1. Los males físicos: Motivados por causas externas, como las dificultades para hallar los medios de subsistencia, la pobreza, las enfermedades, etc. Males que nunca se van a poder eliminar, pero si disminuir. No es posible eliminar, por ejemplo, los dolores físicos, pero si aplacarlos a través de la medicina; es imposible eliminar la muerte, pero si es posible postergarla permitiendo que la mayoría pueda alcanzar la vejez; no es posible subsistir sin trabajar, pero si es posible pagar remuneraciones dignas de un ser humano y condiciones de trabajo seguras y agradable mediante la justicia laboral y los adelantos tecnológicos. Por lo insuficientes de sus remuneraciones, la gran mayoría de los obreros, empleados y aún profesionales, viven esclavizados a sus trabajos. Trabajos comunmente repetitivos que están bajo la amenaza constante del hastío, las enfermedades laborales (musculares, óseas y vertebrales), y la tensión nerviosa (con sus secuela de hipertensión arterial, taquicardia, úlcera estomacal y duodenal, colon irritable, diabetes, cefaleas, etc). Forzados por la necesidad de ganar más dinero para disponer por lo menos de un regular nivel de subsistencia, convierten sus escasas horas libres en horas extraordinarias de labor, viéndose impedidos gran parte de su vida a tener un tiempo de solaz con su familia y sus amigos, dedicarse al ocio productivo, la cultura o el perfeccionamiento interior, debiendo trabajar hasta la vejez acosados por el permanente temor a la cesantía., la falta de medios para educar a sus hijos; o los más desposeídos por la amenaza del hambre y la indefensión total. La mayoría de los trabajadores no tienen oportunidad de intervenir de algún modo creativo en su trabajo. Convertidos en simples máquinas productivas sujetas a la voluntad del patrón ven como su única satisfacción el pago de fin de mes. La idea del trabajo como una realización vitalizadora o un placer creatívo semejante al de los artistas, es una idea descabellada y aunque deseada, un mito irrealizable. Ya al finalizar la vida, tras la jubilación, nuevos temores acosan al hombre: temor al desprecio de la sociedad moderna por los viejos, temor a las enfermedades, a la soledad, al hastío y al aburrimiento, ya que no habiendo tenido mayor experiencia en ello, no saben como aprovechar las horas libres ahora abundantísimas, no quedándoles otro camino que sumirse en la nostalgia y la desesperanza apresurando su muerte. Es indiscutible que la principal arma para paliar los males físicos es la Ciencia, pero desarrollada integralmente sin discriminaciones de ningún tipo, para lo cual se depende del apoyo y 1ibertad que se brinde al conocimiento universal. Libertad expresada como garantía para que todo aquel que quiera estudiar algo tan nuevo y extraño, que no sea reconocido por la ciencia ortodoxa, pueda hacerlo.

2. Los Males de Temperamento: Son aquellos motivados por causas internas del hombre como el mal carácter, la ignorancia, la flojera, las pasiones insensatas, el egoísmo, la soberbia, etc, que contrariamente a los males físicos, son posibles de eliminar a través de la autorrealización y el desarrollo de la voluntad.

3. Los Males de Poder: 0 aquellos males engendrados por el poder económico, intelectual o el poder militar, cuya raíz es la prepotencia personal, con su cohorte de absolutismo, tiranía e intervención en el libre desarrollo de los individuos y de las naciones, sea por el avasallamiento económico, el enseñoreamiento psicológico a través del monopolio de la cultura y la educación, o la fuerza de las armas. Los males de poder los intensifican en gran medida los males de temperamento de las clases dirigentes. El arma principal para combatir este tipo de males es la reforma de la organización del Estado haciéndola más coordinativa que gobernante, de tal modo que la intervención de un hombre, o de un grupo, en la vida de otros, se reduzca al mínimo.

Resumiendo podemos decir que nuestras desgracias provienen de dos fuentes: 1. del medio externo al cual estamos sujetos y 2. de nuestra propia personalidad que nos sujeta al control de otros. La sociedad del futuro ha de favorecer en grado sumo el desarrollo de relaciones no discriminativas de tipo ecológico, las cuales será imposible poner en vigencia si no se produce primero a través del perfeccionamiento del Estado, una fuerte evolución de la cultura general y un consistente progreso civil expresado como libertad, seguridad, educación y servicio social.

jueves, 10 de febrero de 2011

79 EL PRANA Y LA FUERZA VITAL







Prana es la suma total de todas las energías contenidas en el Universo”. Un término muy amplio. Para los yoguis, el Universo está compuesto de Akasa, el éter cósmico, y del Prana, la energía. Cuando Prana actúa sobre Akasa, nacen todas las formas de la materia. Esta concepción corresponde en suma a la de nuestra física nuclear, que considera toda materia como energía “ordenada” o dispuesta de diversos modos. La ciencia no admite la noción de éter- ¡provisoriamente al menos!

Cuando escribimos Prana con mayúsculas, designamos a esta Energía Cósmica tomada en conjunto, y prana con minúscula indicará su manifestación. Por lo tanto, Prana es la energía universal indiferenciada, y prana la energía diferenciada, manifestada en cualquier forma. El magnetismo es una manifestación del prana, así como el electromagnetismo y la gravitación. Todo lo que se mueve en nuestro Universo es manifestación del Prana: gracias al Prana el viento sopla, tiembla la tierra, se abate el hacha, despega el avión, estalla la estrella y piensa el filósofo. El Prana es universal. Existimos en un océano de prana del que cada ser viviente es un torbellino. Los yoguis afirman que lo que caracteriza a la vida, es su capacidad de atraer prana a sí, de acumularlo y de transformarlo para actuar en el medio interior y en el mundo exterior.

El lector podría preguntarse por qué utilizo el término “Prana” más bien que el de “Energía”. Para nosotros, occidentales, el término “Energía” es un concepto menos amplio y demasiado material. Para el yogui, el mismo pensamiento es una forma más sutil de prana, en tanto que para el occidental la energía es algo completamente diferente. Nuestra energía es, digámoslo, demasiado industrial. Según los yoguis, el prana está presente en el aire, y sin embargo no es ni él oxigeno, ni el nitrógeno, ni ninguno de lo componentes químicos de la atmósfera. El prana existe en los alimentos, en el agua, en la luz solar, y sin embargo no es ni las vitaminas, ni el calor, ni los rayos ultravioletas. El aire, el agua, los alimentos, la luz solar sirven de vehículo al prana, del cual depende toda la vida animal e incluso vegetal. El prana penetra todo el cuerpo, incluso ahí donde el aire no logra entrar. El prana es nuestro verdadero alimento, porque sin prana no es posible ninguna vida. El mismo dinamismo vital sólo sería una forma particular y sutil del prana que llenaría todo el Universo. La vida latente empaparía así todo el cosmos, y, para manifestarse en el plano material, el espíritu se serviría del prana para animar al cuerpo y sus diversos órganos. ¡Hasta aquí no vamos muy en contra de las teorías occidentales modernas! Sin embargo, los yoguis van más allá de la afirmación de la existencia de esta energía- que ningún físico nuclear negaría.

Los Rishis proclaman- y esto forma la base misma del yoga- que el prana puede ser almacenado y acumulado en el sistema nervioso, más especialmente en el plexo solar. Acentúan además esta NOCIÓN CAPITAL Y ESENCIAL, a saber: que el yoga nos da el poder de dirigir a voluntad esta corriente de prana mediante el PENSAMIENTO. El yoga proporciona así un acceso consciente y voluntario a las fuentes mismas de la vida.
Prana= la suma total de las energías del Universo. Prana no es ni el magnetismo, ni la gravitación, ni la electricidad, sino que estos diversos fenómenos son manifestaciones del prana universal. Estamos envueltos en Prana.

Prana se manifiesta dondequiera haya movimiento en el Universo. Los movimientos más tenues, como los de los electrones alrededor del núcleo atómico, pasando por la fuerza muscular y la coz del bruto, constituyen otras tantas manifestaciones del Prana Universal. La vida, la fuerza vital”, es una manifestación como las demás. He aquí algunos párrafos extraídos del libro de Hufeland, publicado a comienzos del siglo XIX, “ El arte de prolongar la vida del hombre”, que encierra ideas ideas asombrosamente cercanas a las concepciones yóquicas expuestas anteriormente: “¿Qué es la vida? ¿Qué es la fuerza vital? Pertenecen estas cuestiones al gran número de las que encontramos a cada paso al estudiar la Naturaleza. Simples en apariencia, no se refieren sino a fenómenos muy ordinarios, a hechos de lo que somos testigos cada día y, sin embargo, es muy difícil responderlas. En cuanto un filósofo emplea la palabra fuerza, podemos estar seguros que se encuentra embarazado, porque explica una cosa, mediante una palabra que es a su vez un enigma.

En efecto, ¿se ha logrado hasta hoy asignar una idea clara a esta palabra “fuerza”? Sin embargo, así es como se han introducido en física una infinidad de fuerzas, tales como la gravitación, la atracción, la electricidad, el magnetismo, etc., que no son en el fondo otra cosa que la “X” de los matemáticos, es decir, la incógnita que buscamos. Sin embargo, necesitamos signos para representar cosas cuya existencia no podemos negar, pero cuya esencia es incomprensible; diría nuevamente la palabra fuerza, previniendo, sin embargo, que no pretendo de modo alguno decidir si lo que llamamos fuerza vital es una materia particular o sólo una propiedad de la materia.

“La fuerza vital es, sin lugar a dudas, una de las más generales, de las más poderosas y de las más incomprensibles de la Naturaleza. Todo lo llena y todo lo mueve. Probablemente es la fuente de todas las demás fuerzas del mundo físico, o por lo menos del mundo orgánico. Ella es quien produce, conserva y renueva todo, y quien, después de tantos millares de años, hace reaparecer en cada primavera a la creación tan brillante y tan lozana como cuando salió de manos del Creador. Verdadero soplo de la divinidad, es inagotable e infinita como ésta. Por fin, es ella quien, perfeccionada y exaltada por una organización más perfecta, inflama el principio del pensamiento y del alma, y da al ser racional no sólo la existencia, sino también el sentimiento y los goces de la vida, porque he observado siempre que el sentimiento que se tiene del precio y de la dicha de la existencia está en razón de la mayor o menor energía de la fuerza vital, y que así como una cierta sobreabundancia de vida dispone mejor a todos los placeres, a todas las empresas, y hace encontrarle más encanto a la vida, así también, por el contrario, no hay nada más apto que una falta
de fuerza vital para producir este disgusto y este fastidio de la vida que por desgracia caracteriza demasiado bien a nuestro siglo.

Cuando se estudia con cuidado los fenómenos de la fuerza vital en el mundo organizado, logramos descubrir en ella las siguientes propiedades y leyes: la fuerza vital es el agente más sutil, más penetrante y más invisible que hasta el presente hayamos conocido en la Naturaleza; sobrepasa incluso, al respecto, a la electricidad y al magnetismo, con los que parece, por lo demás, tener gran analogía bajo otros aspectos. Aunque penetra todos los cuerpos, hay, sin embargo, modificaciones de la materia con las que parece tener más afinidades que con otras, se une a ellas más íntimamente y en mayor cantidad y se identifica en cierto modo con ellas. Llamamos a esta modificación de la materia “estructura orgánica”, o simplemente organización, y damos el nombre de organizados a los cuerpos que la poseen, es decir, los vegetales y los animales. Esta estructura orgánica parece constituida por una cierta disposición por una cierta mezcla de las partículas más desligadas, y a este respecto encontramos una analogía sorprendente entre la fuerza vital y el magnetismos… La fuerza vital puede existir en estado libre o latente, y bajo este aspecto tiene mucha analogía con lo calórico y la electricidad”

martes, 8 de febrero de 2011

78 NATURALEZA DE LA VIDA








La vida se originó en nuestro planeta luego de que enormes cantidades de polvo cósmico cargadas de átomos y moléculas, provenientes del espacio interestelar, fueron depositadas en los mares del planeta recién formado. En forma de compuestos de hidrógeno, agua, formaldehído y amonio, millones de moléculas irradiadas por la luz, rayos cósmicos, ultravioleta, infrarrojos y otros, se mezclaron en su superficie creando una especie de "caldo de cultivo" que fue cocido por las altas temperaturas del planeta, apenas en enfriamiento, en un proceso que tomó millones de años.

A medida que estas moléculas primordiales de la vida interactuaron entre si, generaron una serie de reacciones químicas que produjeron moléculas cada vez más complejas. Estas moléculas más grandes se convirtieron a la postre en los primeros "bloques de construcción" de las formas más primitivas de vida en la tierra. Ayudadas por la introducción del borato en la mezcla primaria, las moléculas provenientes del espacio exterior reaccionaron para formar la ribosa, un tipo de azúcar con cinco átomos de carbono y a una serie de estructuras moleculares aun más complejas, llamados nucleótidos: adenina (A), güanina (G), citosina (C) y uracilo (U) que son el "alfabeto genético" de una sustancia llamada el RNA o acido ribonucleico.

La aparición de una molécula a base de carbono trajo como consecuencia la formación de materia orgánica capaz de asociarse para formar "organismos" vivos como pasó con algunas formas de RNA que adquirieron la capacidad de autorreplicarse y por lo tanto de multiplicar exponencialmente su cantidad hasta que alguna de ellas, en su variedad de mezclas, dieron origen al material constituyente del ADN, la molécula de la vida por excelencia. Con el ADN apareció la herencia de la vida: la capacidad de traspasar la información y el "conocimiento molecular" a su generación siguiente, garantizando así la continuidad del proceso. Luego, estas moléculas orgánicas adquirieron la propiedad de sintetizar otras nuevas hasta que lograron construir una barrera o membrana que las separaba del medio exterior y les permitía una interacción selectiva con él. Así se formaron los primeros organismos vivos individuales, la primera forma de vida independiente y autorreplicativa: la célula.

La célula es una estructura compleja autosuficiente, lo que quiere decir que una célula come, crece, elimina sus desechos, respira y se reproduce por si sola. Existen organismos donde todo su cuerpo está representado por una sola célula. Pero resulta más mucho más fácil sobrevivir en un mundo hostil si compartimos el trabajo con otros individuos en vez de hacer todo uno mismo. Cada grupo de célula cumple un determinado rol dentro del conjunto, todas juntas funcionan como una sola entidad (formada por distintos individuos). Fue cuestión de tiempo para que muchas células se asociaran formando organismos de mayor tamaño y complejidad que a su vez fueron creando tejidos hechos de células que se fueron diferenciando y especializando en sus funciones especificas, como el manejo del agua y las sales, tejidos contráctiles o estructurales, tejidos de soporte o tejidos de conducción eléctrica. Surgieron entonces los órganos, como el sistema nervioso, el músculo cardíaco, el tejido renal y hepático, el hueso, etc. Aparecieron, según el camino evolutivo, los reinos vegetal y animal con sus diferentes especies, familias y ordenes.

Somos por consiguiente, en lo que respecta a nuestra estructura física corporal, una gran masa de células organizadas en órganos y sistemas, muy diferentes entre sí. Pero, todas ellas (no importa su clase, su forma ni su función y ni siquiera la forma de vida que la contiene, bacteriana, vegetal o animal) están hechas de las mismas moléculas que a su vez se originan de la mezcla de la misma clase de átomos. Las células son como pequeños lagos acuosos a manera de espejos lisos, brillantes y templados que poseen sales (y por tanto iones) y moléculas de proteínas (cargas eléctricas) en su interior. Una clase particular de moléculas, que conforman los genes, son las responsables de albergar en ellas todas las historias evolutivas de nuestros antepasados. Quiere ello decir que las células contienen la información ancestral que llamamos hereditaria.

Cuando en el transcurso de nuestra vida aparecen el temor, el miedo, la ira y otra serie de emociones afines, se producen en nosotros reacciones químicas que conllevan a que en la sangre se viertan, desde nuestras glándulas (las suprarrenales, por Ej.), grandes cantidades de hormonas como la adrenalina, el cortisol y otras, que viajan por el torrente circulatorio y bañan a todas las células del organismo trasmitiendo la información de esa emoción. Los efectos son devastadores para ellas: consumen sus reservas de energía, alteran el equilibrio de los iones y sales y pierden agua. Dicho de otra manera: los espejos celulares se deforman arrugándose o hinchándose en demasía, perdiendo su consistencia, su brillo y con ello su equilibrio. Tal deformidad hace que la propia célula produzca unas moléculas internas que son trasportadas, por una serie de canales que tiene en su membrana, a las células contiguas, como si fuera un mensaje de alerta que se multiplica exponencialmente a su alrededor y que altera profundamente el metabolismo interno.
Así el miedo se vuelve químico y se arraiga en miles de millones de células en todos los órganos. Tal es la magnitud del “miedo celular” que se activa un programa, un software de autodestrucción que viene en los archivos de la historia genética llamado el mecanismo de la apoptosis (o muerte celular programada).
Por su acción, se puede decir que la célula se suicida como una manera de evitar la propagación del desequilibrio más allá de sus fronteras. Al menos ese es el propósito. Pero cuando la apoptosis es masiva son millones de células que fenecen a una velocidad mucho mayor que la que tiene el cuerpo para reemplazarlas. Ese es el origen del envejecimiento. Y si son células del sistema nervioso, mucho más lentas y difíciles de reponer, sumada a la pérdida de tejidos vivos en todo el organismo, el resultado no es otro que la dolencia y luego de ella la enfermedad.

Por otra parte, las células que no llegan a morir pueden ser restauradas en su equilibrio por medio de medicamentos, nutrición celular con vitaminas, minerales y microelementos (alimentación sana), ejercicios musculares, meditación y estados de vida armónica como la risa, la sonrisa, el abrazo, la voluntad, el compartir y otros más. Y todo lo anterior, aunque de diferente manera, tiene un solo efecto: Las células están formadas por moléculas, millones de cristalitos vibrantes, puros e inocentes, susceptibles de ser programados, reprogramados, alineados y polarizados por medio de algún factor interno (espiritual) o externo (el medio ambiente) que les brinde la capacidad de ejercer su función en el cuerpo.

Todas las formas de vida comparten la misma estructura molecular y todas las formas de materia existente, viva o inerte, pertenezcan ellas a un vegetal, a un humano, a un planeta, a un cometa o a una estrella, estamos hechos de los mismos átomos y por tanto regidos por las mismas leyes físicas y químicas que determinan su comportamiento y su interacción. El punto que nos interesa de todo ello es que, siendo nosotros materia formada por estructuras atómicas y moleculares, en lo que respecta a nuestro cuerpo físico, estamos sujetos a las mismas fuerzas que gobiernan el comportamiento de toda materia en el universo: fuerzas gravitatorias, fuerzas de interacción nuclear fuerte y débil y fuerzas electromagnéticas. Así es fácil comprender, por lo tanto, por qué nuestro organismo genera corrientes eléctricas que son medibles (por Ej., en un electrocardiograma, un electroencefalograma, un potencial o voltaje superficial de la piel, etc.); y así, entendemos también, por qué poseemos "gravedad", expresada como el peso corporal que nos mantiene sujetos a la superficie de nuestro planeta.

Es fácil concluir, entonces, que es perfectamente factible que los campos eléctricos, magnéticos, gravitacionales; las energías y fuerzas atómicas, acústicas, lumínicas y vibracionales nos pueden afectar, mejorando o debilitando nuestras defensas. En conclusión, somos una masa conformada por átomos y moléculas que posee mente, pensamiento y conciencia de vida y que comparte los mismos elementos que construyen todo el universo y por tanto interactuamos con sus fuerzas y con él mismo, a través de ellas, formando un solo todo integrado, holístico.

sábado, 15 de enero de 2011

77 EL EJE MENTE – CEREBRO - CUERPO







El asiento del PENSAMIENTO, no su origen, es el Cerebro.

El asiento de las EMOCIONES, no su origen, es el Cerebro.

El orígen de ambos es la MENTE. El CUERPO es el escenario.

El CEREBRO es sólo el intermediario entre la Mente y el Cuerpo.

La mente es el centro espiritual del conocimiento, la reflexión y el discernimiento humano. A través de ella el hombre siente, percibe y piensa; y a través de ella también la inteligencia se asocia con la vida emocional. El destino de la mente es ascender, mediante la sabiduría, hasta el nivel más alto del espíritu. La mente es el fenómeno que evidencia la actividad del ser viviente y de los variados sistemas de energía en todos los niveles de inteligencia, rica o pobre.

En relación con la personalidad, la mente esta interviniendo constantemente en el hombre a nivel material-espiritual a través de la luz material o fotónica, la luz del discernimiento intelectual y la luz espiritual. Es un hecho innegable que sin la mente y la energía, dos entes reales pero inmateriales, ninguna evolución sería posible, ningún proyecto sería realizable.

Todas las realizaciones humanas sean éstas una doctrina filosófica, política o económica, una obra artística, un descubrimiento científico, un invento, o la procreación misma de la especie humana, se generan necesariamente en esa fuente primaria llamada mente, cuyas manifestaciones intelectuales y afectivas son multiplicaciones de las inmateriales ideas-fuerza, en forma de pensamientos, sentimientos, anhelos, imaginaciones, que apoyadas por la voluntad, la inteligencia y la acción unificadora de todas las formas de energía necesarias para la realización de un proyecto, se concretan posteriormente como realidades tangibles.

A través del cerebro la mente imprime sus manifestaciones, llamadas actos o acciones, en el mundo material representado por el organismo físico. Tal proceso se lleva a cabo por medio de la secreción de millones de pequeñas moléculas mensajeras, llamadas neurotransmisores, producidos en las células cerebrales llamada neuronas (la célula es el elemento de menor tamaño que puede considerarse vivo).

Esto se conoce con el nombre de neuromodulación.

De esta manera, el cerebro como instrumento de la mente, regula su respuesta y transfiere la misma al resto del organismo, acorde con el pensamiento y la emoción que en él imprima la mente.

Dicho de otra forma: el amor, el miedo, la ira, el enfrentamiento, la reacción de huída o lucha, la angustia, el hambre, la sed, el deseo sexual, en fin, toda la gama de sensaciones, instintos y emociones propias de la especie humana (y por ende de todo ser viviente), poseen su propia química.

La mente “siente y piensa” las cosas. El cerebro capta el mensaje de la mente y lo transfiere al cuerpo en forma de procesos químicos y eléctricos que activan la energía vital del cuerpo y moviliza sus órganos a través de sus funciones, para reproducir el efecto según haya sido su origen. Así, el cuerpo y la mente se entrelazan como una unidad funcional expresándose como manifestaciones complementarias de la misma energía vital que anima al ser. Lo que sucede en uno afecta al otro y viceversa en un proceso de bio-retroalimentación. Ejemplo de ello son las patologías psicomáticas

La sabiduria no se asimila con los ojos, sino con los átomos de todo el cuerpo. Cuando la convicción de la verdad no está únicamente en la mente, sino en la totalidad del ser, éste recién quizás podrá dar testimonio de su significado.

Los pensamientos son entes que están vibrando eternamente en el Cosmos. Son universalmente proyectados y no individualmente originados; una verdad no puede ser creada sino únicamente percibida. Los pensamientos erróneos del hombre son solamente e1 resultado de imperfecciones en su discernimiento.

Cada átomo y cada molécula en la Naturaleza está continuamente irradiando. Aun después de la muerte, la sustancia que forma al hombre, continua enviando sus delicados rayos. La longitud de onda de estos rayos varía desde las más cortas que se hayan usado nunca, a las más largas como las ondas de radio. El enjambre de estos rayos es casi inconcebible. Son millones. Tan sólo una molécula grande, puede emitir más de un millón de longitudes de ondas diferentes al mismo tiempo. Las ondas mas largas de esta clase viajan con la facilidad y la velocidad de las ondas de radio.

Muchas verdades no previstas que nuestros descendientes descubrirán en el futuro, están hoy alrededor nuestro, mirándonos a los ojos, por asi decirlo; y sin embargo no las vemos. Y no las vemos porque no queremos verlas, ya que tan pronto como un hecho inesperado y poco familiar aparece, tratamos inmediatamente de comprenderlo y fijarlo sólo dentro del marco de nuestro conocimiento común y rutinario, riéndonos burlonamente si alguien trata de darle una connotación diferente. Tal como sucedió antes del descubrimiento de las actuales verdades científicas que hoy todos aceptamos.

Cuando se integran la MENTE y el CUERPO en una sola unidad incuestionable, se crea una disposición psicológica que hace posible experimentar intuiciones que trascienden la consciencia ordinaria. La mente humana para dominar la materia y evitar su propia destrucción, puede y debe poner en acción dentro de si energías mas grandes que las encerradas dentro de ella, al fin y al cabo la materia, científicamente, no es otra cosa que pura energía.

Las percepciones supraconscientes de la verdad son permanentemente reales e inmutables y se imprimen fuertemente en el subconsciente, en tanto que las fugaces impresiones sensoriales, que solo poseen una verdad relativa y temporal, pronto pierden su vivacidad en la memoria.

La calidad del pensamiento depende de la frecuencia de su vibración.

El pensamiento humano está determinado por la frecuencia de vibración de la unidad cuerpo-mente. Por ello dos seres humanos nunca pensará igual, porque sus frecuencias de vibración pensante están determinadas por la frecuencia de vibración de sus respectivas mentes-cuerpos. Además, en términos corrientes, una persona según su ánimo estará emitiendo buenas o malas “vibras”.

Un ser humano que ha tenido traumas en su infancia desarrolla una química cerebral y corporal diferente de otro cuyo pensamiento y personalidad se ha estructurado de forma más segura, menos dubitativa, más firme y estructurada. La frecuencia de vibración cerebral-pensante es, por tanto, menor en el primero que en el segundo. Así, el pensamiento de ambos es esencialmente diferente en su forma y manifestación. Las moléculas de neurotransmisores, los impulsos eléctricos y las hormonas predominantes en las zonas del cerebro responsables de la expresión de las emociones (miedo, ira, agresión, amor, seguridad, etc.) serán diferentes en ambos casos.

En consecuencia, todos los órganos y tejidos del organismo serán bañados, a través de la sangre, por las moléculas mensajeras de las diferentes emociones según sea la clase de pensamiento que se emane. El cerebro se encarga de ello activando glándulas (en particular en el hipotálamo, el hipocampo, las amígdalas cerebelosas y otras como la corteza prefrontal), creando un “clima interno orgánico” en concordancia con la emoción o el sentimiento que la mente imprima al cerebro.

Para decirlo de una manera más simple, el cuerpo de una persona insegura y llena de miedos es diferente a una que posea el pensamiento más sólido y seguro. El segundo será más sano, menos propenso a enfermedades, infecciones y accidentes.

viernes, 26 de noviembre de 2010

76 En busca de la UNICIDAD








Libertad es tener por país el
Universo y por ley la Voluntad
(Opera "Carmen")

El logro de la libertad, uno de los objetivos máximos de la vida, pasa por estos dos estadios: uno, la amplitud mental para considerarse parte integral del Universo (apertura hacia la ciencia); y el otro, considerar a la voluntad como la máxima ley de progreso y de vida, tanto la Voluntad de Dios como la propia (apertura hacia la espiritualidad). El mundo es una pura interpretación mental que depende de la atención que se ponga sobre las cosas, la que a su vez depende de la inclinación personal. De este modo, los místicos enfocan el mundo de cierta manera y los pragmáticos de otra. Uno es el mundo el de los fanáticos materialistas y otro el de los fanáticos religiosos. Pocos son los que comprenden el mundo en sentido unitario, porque la mayoría ni siquiera comprende su propio mundo, inmersos como están en la desarmonía, siempre en los extremos, fuera del fiel de la balanza, o demasiados sentimentales o demasiados racionales. No se comprende que para vivir en el mundo real, falta hallar el punto donde se equilibran las cualidades, la zona de integración de los aspectos contrapuestos del hombre, el punto de convergencia de sus dos culturas: la racional (científica) y la espiritual.

La Humanidad está hoy justamente en la edad en que, como dijera Ferrié, después de la divergencia se instaura un período de neutralización, para finalmente conseguir la convergencia. Divergencia que aún se mantiene en esta edad moderna, ya que por un lado los científicos explican la variedad de fenómenos físicos de sus respectivas disciplinas, menospreciando cualquier tipo de causa metafisica; y por otro lado, los religiosos se limitan a simples explicaciones teológicas y morales, sin relacionarlas de ningún modo con la formulación científica. En el mundo occidental, esta divergencia se multiplica por la gran variedad de credos en que se divide la iglesia cristiana, que ofreciendo cada una explicaciones parcializadas y proselitistas de una verdad espiritual que es única, desconciertan y desorientan. Si las trayectorias científica y religiosa se dirigieran juntas hacia un solo objetivo: la interpretación holística o unificada de mundo y del hombre, sin falsos prejuicios ni descalificaciones, se obtendría al fin la tan ansiada complementación de ambas ramas, con el consabido fruto de armonización interior del hombre y de éste con su medio ambiente. ¿Se llegará algún día a comprender que el punto de convergencia es un punto netamente espiritual, indisolublemente ligado al Amor? Porque si las Ciencias Naturales consideraran a esta fuerza unitiva como básica en la búsqueda de la causalidad fundamental de los fenómenos, se aclararía tal vez uno de los mayores misterios de la naturaleza, como es la relaci6n existente entre las fuerzas gravitatorias, electromagnéticas e intranucleares.

Dice Desiderio Papp en su Historia de la Ciencia en el Siglo XX: "En último término, lo que Einstein buscaba era algo más profundo que la simple ligazón entre la gravitación y el electromagnetismo; buscaba la unificación del campo de fuerzas y la materia, estas dos entidades que aunque inseparablemente vinculadas, permanecen radicalmente heterogéneas para la ciencia. Un afán semejante a aquél que, durante gran parte de su vida, había estimulado a Kepler a rastrear las señales dejadas por la "armonía de los mundos"

Un ejemplo de lo esclarecedora y potente que es la Unicidad de lo aparentemente diferente, es la luz y su composición dual a la vez corpuscular y ondulatoria (exponentes de la física materia en lo corpuscular y del abstracto espíritu en lo ondulatorio)), dos elementos contrapuestos que actúan como un solo todo haciendo comprensible el mundo. La atención unidireccional no promueve el desarrollo, sino el fanatismo. Es la atención multidireccional, fortalecida por la voluntad, la que abre los cauces del desarrollo real y el progreso, que en el caso de la ciencia y la tecnología (con un trabajo en equipo multidisciplinario) conduce al bienestar material del hombre, y en el caso de la espiritualidad (en integración gloriosa de la verdad, la belleza y la bondad), conduce a su bienestar espiritual. La fusión de ambas habrá, naturalmente, de conducir a la edad de oro que por tantas centurias el hombre ha esperado.