jueves, 17 de junio de 2010

39 NUESTROS ENEMIGOS INTERNOS






Los enemigos internos del hombre no son adversarios ocasionales que se puedan dominar, vencer y hacer desaparecer fácilmente mediante un arrollador despliegue de voluntad. No. No son eso. Son adversarios que están siempre presentes, cada día, a cada instante. Adversarios infatigables que persiguen a la persona incluso durante el sueño, premunidos sutilmente de sus armas preferidas: los apetitos, los miedos, las preocupaciones, los deseos, con los que pretenden asesinarnos o subyugarnos. Necio es el hombre o la mujer que sepulta sus más queridos ideales, sometiéndose sin lucha a sus adversarios internos. Una persona así sólo puede tener el calificativo de torpe, impotente, despreciable.

La exploracion interior termina por descubrir que el elemento que une a todas las mentes humanas, no es otro que el fuerte lazo de la solidaridad, de la ayuda mutua, que en los casos dramáticos de catástrofes y desastres naturales se manifiesta abiertamente; descubrimiento que trae consigo una sorprendente humildad, que más tarde llega a convertirse en compasión hacia todos aquellos hombres y mujeres que ciegos a las inexploradas potencialidades de su espíritu, a las facultades sanadoras de su alma, aún continúan escuchando las ensordecedoras peticiones de su ego. Es llegado a este punto de comprensión de que es la fuerza de la solidaridad la que realmente une, cuando el amor de Dios realmente florece.

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