martes, 22 de junio de 2010

41 El EGO - Principal enemigo interno






Lo primero que debemos entender para luchar contra el Ego o la Importancia Personal es que ocuparse demasiado de uno mismo produce una tremenda fatiga. Para que ésto no suceda debemos buscar y observar las maravillas que nos rodean y no agotarnos mirándonos sólo a nosotros ya que ese cansancio nos hará sordos y ciegos a todo lo demás. Maravillarnos con todo lo nuevo, aunque parezca descabellado, maravillarnos con la belleza de las cosas sencillas, con tener un pan que llevarnos a la boca, con el vuelo de un insecto, con las palabras aparentemente simples, pero verdaderas y profundas, de un niño o de un anciano. Pensando sólo en esas maravillas, todo lo demás llegará por su propia cuenta.

La importancia personal es el mayor de nuestros enemigos internos. Lo que más debilita a hombres y mujeres, consumiéndoles mucha energía vital es sentirse ofendidos por las actuaciones que alguien tiene para con nosotros. Nuestra importancia personal requiere que pasemos la mayor parte de nuestras vidas ofendidos por alguna cosa.

Los hombres y mujeres, aprendices de guerreros de la libertad, tienen que hacer todos los esfuerzos posibles para erradicar de si la importancia personal, porque solamente sin ella podrán hacerse invulnerables, alcanzar estados profundos de meditación y estar en condiciones de conocer lo desconocido. La mayoría de la gente tiene una importancia personal gigantesca que se expresa en mil formas tales como enojos, rabias, desconfianzas, aprensiones. La carga de la importancia personal es en verdad un terrible estorbo para conseguir la libertad total. Hacer que alguien comprenda que sus problemas no se los causan otros, sino que es su propio ego el que se los provoca, es tarea casi imposible porque el acto de “darse cuenta” de esta verdad es siempre un acto exclusivamente personal. Para combatir al egocentrismo o importancia personal que uno se dá, se debe ser duro con el, de nada sirve andar con delicadezas.

El egocentrismo no es algo muy sencillo. Por una parte es el núcleo de todo lo que tiene valor en nosotros, y por otra parte es el núcleo de toda nuestra podredumbre. Deshacerse de el requiere de una verdadera obra maestra de habilidad. A los que lo han logrado se le deben conferir las mayores alabanzas. Los verdaderos guerreros atacan su importancia personal considerando su combate como una cuestión de estrategia, no como una cuestión de fe o de moral porque para sostener ese combate necesitan de la impecabilidad, que no es otra cosa que el uso adecuado de la energía vital, y en esto nada tiene que ver la moral o la fe. Ahorrando energía el hombre o la mujer se hacen impecables. Incluso para entender esto no hay que tener la mente gastada en futilezas, sino repleta de energía, si no es así, será imposible entenderlo.

Para luchar contra la importancia personal lo primero que debe hacerse confeccionar un “inventario estratégico”, que consiste en una lista de las actividades, intereses y prejuicios que son factibles de desechar, para luego decidir cual de ellos cambiar o eliminar para ahorrar energía. Este inventario estratégico, que podría pensarse tendría que contener todo lo imaginable, sólo abarca patrones de comportamiento que no son esenciales para la supervivencia y el bienestar general. Hecho el inventario se notará de inmediato que las actividades propias de la importancia personal son las que más consumen energía y por eso hay que esforzarse por erradicarla.

La estrategia más efectiva para luchar contra la importancia personal consiste en hacer uso de seis elementos que se influencian recíprocamente, cinco del mundo interno y uno del mundo externo. Los cinco del mundo interno, denominados atributos por pertenecer a ese mundo, pueden obviamente, ser manejados a voluntad. Ellos son:

1. El CONTROL
2. La DISCIPLINA
3. El REFRENAMIENTO
4. La HABILIDAD PARA ESCOGER EL MOMENTO OPORTUNO
5. El INTENTO.

El sexto elemento, perteneciente al mundo externo, lo constituyen los denominados PINCHES TIRANOS (“pinche” es un barbarismo de aguijón, al mismo tiempo que ayudante), a los cuales hay que enfrentar usando los primeros cuatro elementos, pues el quinto: el Intento, se reserva siempre para la última confrontación del guerrero: el enfrentamiento con Lo Desconocido.

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