martes, 15 de junio de 2010

36 La Práctica Espiritual





Maestro y Nagual son dos designaciones diferentes para una sola condición de hombre: el de aquel que se ha liberado del programa del mundo y alcanzado una completa realización espiritual poniéndose en sintonía con la supraconciencia. A través del desarrollo de estos mensajes, al concepto de conciencia se le han dado dos significados sutilmente diferentes. Se ha llamado CONSCIENCIA a la capacidad de darse cuenta de estar vivo, percibiendo con los cinco sentidos el compartir del quehacer cotidiano; y CONCIENCIA a la capacidad de despertar, de darse cuenta que se vive dentro de un marco cósmico más amplio donde se percibe el mundo en toda su infinitud, eternidad y misterio.

Se ha denominado guerrero (a) a aquel hombre o mujer que ha despertado a la verdadera realidad del mundo, que provisto de una profunda ansia por conocer lo que está mas allá del estrecho mundo cotidiano, esta dispuesto a dar la batalla final consigo mismo para desprenderse definitivamente de las ligaduras mundanas y de su propio egoismo, para emprender la suprema aventura de ser libre.

Para que el trabajo psíquico de desarrollo espiritual fructifique, es fundamental el acopio de energía vital. Es peligroso adentrarse en las profundidades de la mente disminuido por el despilfarro energético que significan la soberbia, la importancia personal y ciertos hábitos mundanos que degradan a la persona, ya que de ser así se está expuesto a serias alienaciones. Por lo tanto el desarrollo espiritual hacia una conciencia superior, esta directamente relacionado con una vida sencilla, sana, desprendida y alegre; únicos modos conductuales que equilibran y potencian la energía vital.

La energía se acumula en la humildad, no en la prepotencia, y su generadora es la Voluntad, que permitiendo el dominio de la mente sobre el cuerpo fisico, logra llevar a cabo esa acumulación. No es aconsejable entregarse a una fe esclavizadora manejada por dogmas y discursos religiosos. La comunión con las alturas no depende de creencias teológicas, ni de la voluntad arbitraria de nadie, sino del propio esfuerzo. Los sermones hermosos no son más que cáscara que se las lleva el viento. Lo que realmente vale es la convicción profunda de que realmente hay una presencia divina en cada uno de nosotros y en todo lo que existe, experimentándola en carne propia a través del silencio interior de la meditación.

El poder de la meditación reside en su práctica constante. Las técnicas para meditar no deben pasar a engrosar el número de cosas que se estudian, se manosean, se archivan, y se olvidan, como sucede generalmente con todas las cosas que el hombre o la mujer se proponen aprender. La meditación es el medio práctico más eficaz para desprenderse de todas las tensiones y temores, la mejor técnica que el hombre jamás haya desarrollado en su búsqueda de paz, sosiego y liberación.
 

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